Me quedé atrapada en su sonrisa,desde el primer momento en que me miró.
En el momento en que nuestras manos se rozaron para un saludo cordial,comprendí que no debía entrar en ese laberinto.
Supe en aquel instante que me perdería para más tarde encontrarme en la brújula de su espalda.
Ni se imaginaba que las manos que rozó,acabarían contando todos y cada uno de sus lunares, e investigarían cada centímetro de su piel.
Esa noche ,la brisa y la luna se pusieron de acuerdo para regalarme un amanecer a su lado.
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